miércoles, 16 de octubre de 2013

Prefiero


prefiero ser un alma
que un cuerpo en el olvido 
prefiero ser un angel 
que vivir abandonado 
en mi camino 
prefiero mostrar mis lagrimas 
que fingir una sonrisa 
prefiero ser sincero 
que prometer el mar y el cielo
prefiero dar mi corazón 
que llenar un alma de dolor 
prefiero una mujer sincera 
que mirar la belleza de afuera 
prefiero un mundo de colores 
que vivir entre penas y dolores 
prefiero ser un principe azul 
que ver la oscuirdad sin su luz 
prefiero ser un escritor 
que ser un hombre sin su corazon 
prefiero ser la vida 
que ocultarme en petalos de fantasias 
prefiero ser un poeta 
que ser un rey sin su princesa 
prefiero un clavel 
que engañar el amor de una mujer 
prefiero ver la lluvia 
que dañar el color de la luna 
prefiero ser el cielo 
que caer en la cenizas del infierno
prefiero ser las montañas 
que ver llorar esas bellas miradas
prefiero...

Por: Mauricio Ramirez Tapia

lunes, 7 de octubre de 2013

“Te veo, muerte roja”

Cuando mi padre me había dicho que el príncipe pondría fortalezas para mantenernos alejados de la gente apestada y enferma, supe que algo estaba mal. Esa visión egoísta de este hombre, el tal príncipe próspero” me daban arcadas. No tuve opción, mi padre no me dejaría escapar ya que las sensaciones de muerte inundaban mi cuerpo impidiéndome desenvolverme en cualquier actividad, incluso si controlaba este don, la muerte ahí fuera no dejaba escapar a ninguna de sus víctimas. No puedo negar que la fortaleza al ser construida era lo más precioso y lleno de vida que hubiera visto, pero me negaba a contagiarme, incluso me daba un remordimiento absoluto el probar las dulces y jugosas frutas que lo otros, fuera de estos inmensos fuertes, tenían prohibido comer.

“Gran Mascarada por la vida”, ese era el anuncio que vi al despertar. Mi padre rebosaba de alegría al saber que quizá su hija pudiera conocer al “príncipe próspero”, en resumidas cuentas era lo más estúpido que pude oír. A pesar que el sol estaba en lo alto y majestuosamente brillante, mi corazón paraba a ratos, un impulso quería salir de mi alma, un grito, sabía lo que era y no podía hacer nada contra ello, más bien estaba impaciente por saber que podría revertir el egoísmo y la vida perfecta de ese lugar.

Durante toda la noche decidí refugiarme en el salón azul. Toda esa gente parloteando, bailando y callando a momentos por ese sonoro y feo reloj me causaba pavor. Sólo me senté en el más cómodo sofá aterciopelado.  Y el impulso, ese ataque que supuestamente podía controlar sale de repente.  En ese momento sin poder evitarlo podía ver aquellos colores que anunciaban una inminente muerte, el amarillo verdoso estaba en la piel de todos. Pasaban y me sonreían y yo hacía mi mejor esfuerzo por responder, hasta que en un momento me vi sola y en silencio. Solo en un rincón en el único lugar oscuro del salón estaba una figura que me miraba y con su mano cadavérica me hizo el gesto de silencio. Miré mi piel, estaba pálida, quizá moriría después que todos. Aquella figura sin quitarme la mirada se movió hacia donde estaban todos. No pude correr, no quise correr. La muerte roja al fin había llegado.

Autor: Estefanía Ocaranza Correa

viernes, 4 de octubre de 2013

Génesis

Todo parte con una letra, una insignificante letra
A veces mayúscula, a veces minúscula...
Luego, le siguen las demás hasta que se juntan unas cuantas y se forma una palabra.
A esa palabra, inevitablemente se le acercan algunas cuantas otras, atraídas por el tumulto y por la curiosidad.
Se saludan. Se reconocen. Se juntan. Se organizan.
Y deciden, al cabo de un rato, crear una frase con algún sentido...
¿Que sentido? Bueno, el que tú quieras darle.
Así, guiadas por tus sentimientos, comienzan a surgir de tus pensamientos
Letras, Palabras, Frases y Párrafos
Creando un sendero al cual sólo tú eres capaz de darle rumbo
Tan simple y tan intrincado, cuan colorido y cuan frondoso
Como tu imaginación te permita. 
Y así puedes continuar infinitamente,
Recorriendo y disfrutando los parajes más hermosos y recónditos.

Así es como se escribe...

Autor: Jeanette Alejandra

martes, 1 de octubre de 2013

La primera Aparición del "Hombre Llama"

Era la primera vez que Juan patrullaba la costanera de noche,  muchas preguntas pasaban por su mente, sería capaz de poder cumplir su cometido, el de defender a los indefensos y destruir el mal, la noche era fría, Juan caminaba por la costa escondiendo su identidad bajo un antifaz y una capucha que representaba una llama. Cuando ve a lo lejos un grupo de cinco nazis rodeando a un viejo vagabundo.  Este suplicaba que no le hicieran daño, pero  ellos en cambio se burlaban de él. Así que el viejito no quiere que le peguemos dijo  Aarón, el nazi líder. Aarón era el más corpulento de grupo y su palabra era ley. Aarón recoge del suelo una botella de cerveza y la rompe contra un asiento de cemento. Y le acerca la botella a la cara del vagabundo. Escúchame weon, los débiles de mierda no tienen el derecho a vivir. Levanta la botella para cortarle la cara cuando una piedra le golpea la cabeza. ¿Quién fue el culiao?.- Dejen a ese hombre en paz malditas bestias. – Y ¿y quién soy vo? Mi nombre Juan pero me pueden decir Hombre llama.- ¿Hombre llama?

Los Nazis se ríen. Miren el weon ridículo, ¿sabi qué más? Mejor te corto la cara a vo.- Pues ven e inténtalo. Aarón corre  hacia Juan, pero este usando su súper velocidad y fuerza lo detiene de un golpe haciéndolo retroceder unos pasos. Aarón aun  desorientado por el golpe. Intenta mantenerse en pie, pero Juan lanza una patada haciéndolo caer directamente al piso. El resto de los nazis no podían creerlo pero aun así deciden atacarlo. Se abalanzan contra Juan, Juan sabía que no eran rivales para él, tomándolo como juego esquiva cada uno de los golpes pasando entre ellos. Vaya que son lentos dice Juan. En ese momento Aarón se levanta del piso y se acerca por la espalda de Juan,  llevando consigo la botella rota, se prepara para apuñalarlo cuando Juan voltea rápidamente  y de un movimiento le arranca el ojo derecho. Aarón grita de dolor y se revuelca en el piso, sus compañeros no lo podían creer, estos huyen dejándolo atrás, Juan se acerca hacia Aarón y le susurra en el oído. Si los vuelvo a ver por acá, los mato. Aarón tambaleando  por la pérdida de uno de sus ojos huye despavorido, Juan se acerca al anciano. ¿Se encuentra bien?- Vale chico, me salvaste la vida.- No hay de qué. Juan deja atrás al viejo vagabundo y se pierde en la oscuridad para seguir defendiendo a la gente del mal.
Autor: Diego Gorigoitía