Era la primera
vez que Juan patrullaba la costanera de noche,
muchas preguntas pasaban por su mente, sería capaz de poder cumplir su
cometido, el de defender a los indefensos y destruir el mal, la noche era fría,
Juan caminaba por la costa escondiendo su identidad bajo un antifaz y una
capucha que representaba una llama. Cuando ve a lo lejos un grupo de cinco
nazis rodeando a un viejo vagabundo.
Este suplicaba que no le hicieran daño, pero ellos en cambio se burlaban de él. Así que el
viejito no quiere que le peguemos dijo Aarón,
el nazi líder. Aarón era el más corpulento de grupo y su palabra era ley. Aarón
recoge del suelo una botella de cerveza y la rompe contra un asiento de
cemento. Y le acerca la botella a la cara del vagabundo. Escúchame weon, los
débiles de mierda no tienen el derecho a vivir. Levanta la botella para
cortarle la cara cuando una piedra le golpea la cabeza. ¿Quién fue el culiao?.-
Dejen a ese hombre en paz malditas bestias. – Y ¿y quién soy vo? Mi nombre Juan
pero me pueden decir Hombre llama.- ¿Hombre llama?
Los Nazis se
ríen. Miren el weon ridículo, ¿sabi qué más? Mejor te corto la cara a vo.- Pues
ven e inténtalo. Aarón corre hacia Juan,
pero este usando su súper velocidad y fuerza lo detiene de un golpe haciéndolo
retroceder unos pasos. Aarón aun
desorientado por el golpe. Intenta mantenerse en pie, pero Juan lanza
una patada haciéndolo caer directamente al piso. El resto de los nazis no
podían creerlo pero aun así deciden atacarlo. Se abalanzan contra Juan, Juan
sabía que no eran rivales para él, tomándolo como juego esquiva cada uno de los
golpes pasando entre ellos. Vaya que son lentos dice Juan. En ese momento Aarón
se levanta del piso y se acerca por la espalda de Juan, llevando consigo la botella rota, se prepara
para apuñalarlo cuando Juan voltea rápidamente y de un movimiento le arranca el ojo derecho. Aarón
grita de dolor y se revuelca en el piso, sus compañeros no lo podían creer,
estos huyen dejándolo atrás, Juan se acerca hacia Aarón y le susurra en el
oído. Si los vuelvo a ver por acá, los mato. Aarón tambaleando por la pérdida de uno de sus ojos huye
despavorido, Juan se acerca al anciano. ¿Se encuentra bien?- Vale chico, me
salvaste la vida.- No hay de qué. Juan deja atrás al viejo vagabundo y se
pierde en la oscuridad para seguir defendiendo a la gente del mal.
Autor: Diego Gorigoitía
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